lunes, 4 de abril de 2011

¿Para qué el curador? - Angélika Heckl

Cuando emerge el arte contemporáneo e inunda de forma y de manera inaudita y masiva todo tipo de espacio, emerge a la vez la figura del curador de las solitarias profundidades museales y adquiere rasgos inéditos. No es que antes no hayan habido curadores. Los museos siempre solían disponer para sus colecciones del cuidado de un especialista, el curador (del latín curator = cuidador, ordenador, custodio; s m de curare = sanar, cuidar) cuyas múltiples tareas abarcan la investigación, adquisición, selección, exposición, catalogación y documentación entre otras y creo que podemos afirmar que tras de toda exposición museal digna ha habido un curador. Ahora, en el escenario del arte contemporáneo, el papel del curador se extiende más explícitamente y menos anónimamente a productor de sentido, creador de discurso, catalizador del diálogo entre artistas, arte y público, proponedor/promotor de un determinado arte/artistas. Lo que puede competer a un curador va desde la ideación, el planteamiento conceptual, el discurso, hasta la museografía, la producción, la gestión, la representación y a las múltiples relaciones públicas. Los curadores de hoy son los “makers” del arte de hoy… lo proponen, lo exponen, lo aclaran, lo justifican, lo defienden, lo propagan, lo promueven, en somme, lo visten de discurso mistificando o “desmistificándolo”. Al parecer no existe un claro consenso sobre uno de los términos más usados en el arte contemporáneo. Aún así es difícil imaginar el escenario del arte de hoy sin la eminente presencia de los curadores. Son las estrellas fijas en el firmamento de la poiesis visual…junto a los coleccionistas y a los galeristas… por lo menos internacionalmente u occidentalmente hablando.

En Bolivia, coleccionistas y galeristas inversionistas escasean. También escasean instituciones, empresas u otros entes que emplean a curadores para gestionar sus colecciones. Aparte de unos pocos curadores historiadores/conservadores, que operan prevalentemente en el marco institucional, en el campo de la investigación y/o representación oficial free lance (p.e. en las bienales internacionales), las curadurías innovadoras y propositivas en nuestro ámbito son a menudo propuestas y/o ejecutadas por artistas-curadores. Desde luego a muchos artistas nos gusta concebirnos como hacedores de conceptos. El artista-curador es por cierto otro aspecto más del fenómeno curador. Quizás es el otro lado de la medalla del curador-artista (auteur-curator), es decir del curador-visionario que plasma, mediante artistas y espacios, sus propios conceptos creativos. A lo mejor no vale la pena insistir demasiado en distinciones rígidas de ‘oficio’ en este mundo inter- y multidisciplinario por excelencia.

De todos modos, las curadurías artísticas en Bolivia se deben en origen a razones relativamente pragmáticas. A manera de ejemplo puedo mencionar que yo me volví curadora en 2002, en una fase de la lucha de los artistas bolivianos por un escenario oficial para los lenguajes llamados “no tradicionales”. Había entonces un gran problema en los concursos, que eran y siguen siendo los escenarios artísticos oficiales más efectivos. No contemplaban un manejo profesional de la museografía ni adecuadas condiciones de montaje. Para toda obra que no fuera un cuadro o una escultura tradicional eso representaba un handicap realmente frustrante. Desde un punto de vista conceptual u organizacional las cosas tampoco estaban mejor. Con el Conart yo tuve la posibilidad de hacer algo al respecto….mediante una especie de red neck curating (curaduría obrera). Parece que eso funcionó. Desde entonces felizmente han habido notables cambios. Alguna vez valdría la pena contar unas cuantas anécdotas. Esto también es historia del arte.

Ahora la curaduría constituye un ítem en la mayoría de las exposiciones y concursos de arte contemporáneo boliviano. Sin embargo, pese a los progresos y muchos admirables esfuerzos, varias facetas del imprescindible perfil curatorial quedan aún vacantes o poco desarrolladas. Sigue presente la falta de discurso, de feed-back, de catalización de dialogo, de relaciones. En cuanto a este aspecto seguimos mirando con nostalgia a los países que nos rodean y les envidiamos sus curadores estrella hacedores de discurso. Creo que envidiamos también sus sistemas y programas de formación y de fomento y desde luego sus críticos de arte y sus periodistas culturales.

En pocas palabras: El arte no se lo puede atribuir o encargar solamente a los artistas “genios a pesar de todo”. El arte es un producto y un parámetro social. El arte necesita para su óptimo desarrollo un contexto que incluye factores y actores de formación, estímulo, fomento, plataforma, reflexión, discurso, divulgación y diálogo. Para eso el curador…entre otros. Para eso también este blog.

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