lunes, 4 de abril de 2011

Comentario al tema 5 - José Bedoya

En una visión internacional, es cierto que la figura del curador ha emergido del mundo de los museos, pero en Bolivia creer esto resulta por lo menos poco preciso, no es sino en los últimos 7 años que los museos dependientes de la Fundación Cultural del Banco Central han incorporado a sus equipos la figura de curador. Esto gracias a que existe un modelo diferente de gestión que exige dejar de lado la imposición de los directores de museo en todos los detalles, técnicos, conceptuales, museográficos y administrativos. La gestión de otros museos y espacios de exposición públicos, las más de las veces municipales, o universitarios, no tienen hasta hoy incorporada la figura del curador y aun no podemos afirmar que los profesionales que ocupan estos puestos tengan el perfil necesario o la experiencia.

La figura del curador a nuestro país, llegó con la llegada de exposiciones internacionales la mayoría de las que se mostraban casi exclusivamente en el Museo Nacional de Arte de La Paz, y con la generación de eventos de carácter internacional como el Siart (1999) lo que nos da una idea de que la curaduría de eventos y exposiciones por lo menos en el caso boliviano es reciente y paralela a su incorporación al mundo de los museos, antes el único referente de curaduría independiente era cuando se hacia una selección para la representación del país en una Bienal.

Es verdad que el sistema del arte en nuestro país es débil e incipiente y que la formación de artistas, gestores y teóricos es en unos casos, inexistente y en otros deficiente. Esto que resulta una desventaja ante otros países, ha dado como resultado la predominancia de la figura del artista – curador. No es una cuestión de moda, es, y en esto tiene razón Angelika Heckl, una cuestión pragmática ya que la complejidad del arte contemporáneo precisa cada vez más de productores, de gestores y teóricos, que logren espacios y contruyan una escena para el arte contemporáneo en Bolivia. Así muchos artistas se han convertido en “curadores obreros”, en busca de lograr un lugar para su manera de conceptualizar el arte.
Tampoco podemos dejar de lado la presencia de curadores independientes que vienen de otros ámbitos de formación como la historia del arte, la comunicación y las ciencias sociales, que, aunque son pocos y a veces ocasionales, también aportan e influyen de manera significativa en la escena local del arte.

De este modo coincido con Angelika en que, el arte no es más la tarea solitaria del artista, pero hay que tener cuidado en que, esta manera de gestionar arte no imponga, a través de la figura del curador criterios e intereses institucionales sobre los criterios de creación y producción del arte, deformando el espectro y limitando la expresión de los creadores artistas, “genios a pesar de todo” y que la predominancia del curador no convierta a los artistas en meros instrumentos para la creación curatorial.

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