lunes, 30 de mayo de 2011

Contribuciones especiales - Douglas Rodrigo Rada

La bienalización boliviana


Las bienales hoy por hoy se han convertido en la plataforma más importante de difusión y diálogo sobre las lógicas del arte contemporáneo internacional, pero, como podemos aplicar un modelo de funcionamiento cultural internacional como este, a un circuito con tantas carencias, desigualdades y desacuerdos como el boliviano.

Las bienales locales (la de Santa Cruz hace poco realizada, mucho más antigua que la bienal SIART de La Paz) han tratado de transformar en los últimos 20 años en Bolivia, el método de los concursos, una formula aplicada internacionalmente durante todo el siglo XX, en una dinámica acorde a las grandes bienales internacionales, que más que ser de concursos y exposiciones objectuales, son plataformas de diálogo, fomento y discusión sobre la cultura y la sociedad como la vivimos hoy en día; mas allá entonces, de la mera exhibición de objetos y de una contienda subjetiva, en la que se tiende a premiar a las obras por su retineanidad y no tanto por su relevancia cultural.

Entonces según este modelo y en contraposición a lo que se entiende sobre este tema en otros países, las bienales bolivianas hasta el día de hoy, habían sido plataformas de inserción local, los artistas las utilizaban para ganar imagen y visibilidad para sus propuestas, y los más beneficiados habían sido los artistas jóvenes, (en el caso del SIART), que no solo se veían beneficiados con la visibilidad, sino también con el premio de un viaje educativo internacional, que económicamente tiene un valor mucho más alto que el premio mayor de la Bienal. Entonces dado el carácter local del funcionamiento de las bienales, la proyección de los artistas internacionales ganadores de los premios es vacua; mas allá de la plusvalía económica ofrecida con el premio, y del relativo valor simbólico que pudiera ofrecerles curricularmente el haber ganado una bienal internacional, los artistas ganadores foráneos de las bienales de los últimos años, no tuvieron ningún tipo de impacto, efecto o repercución en la cultura local.

Lamentablemente el proyecto de bienalización local, trae consigo una serie de efectos en la cultura boliviana muy complejos y difíciles de enfrentar, este intenso interés por las ideas y por el arte contemporáneo, ha jalado consigo el complicado reto de construir adjunta, una institución local que este apta para entender, teorizar y apoyar técnicamente las nuevas expresiones de la cultura, y de construir espacios y plataformas para alojar a todas estas manifestaciones artísticas.

Desde mi punto de vista, la bienal de Santa Cruz curada por Cecilia Baya, fue una gran bienal, tal vez la mejor realizada en el país hasta el día de hoy, el nivel de las obras fue muy alto, la selección de artistas fue muy estricta (pese a que eso implicó que había muy pocos participantes bolivianos que fueron aceptados para la exhibición), el montaje fue impecable, los artistas internacionales fueron seleccionados por la curaduría principal y pudimos ver obras originales de artistas muy reconocidos internacionalmente como Nicola Constantino y Jhon Bock; por supuesto siempre queda abierto a la duda, el hecho de que al hacer un concurso internacional, nos gastamos presupuestos locales para el fomento de artistas extranjeros; pero tal vez eso es lo que se llama globalización y tendremos que encontrar la forma de negociar con ella.