lunes, 7 de marzo de 2011

Cómo el arte nos interpela como sujetos - Max Jorge Hinderer

Hoy parece natural que un cuadro podría gustar sólo por los colores con los que está pintado. Es sabido que el arte es un asunto "sujetivo". Sin embargo, esto no fue siempre considerado así. El propio concepto de lo que es o lo que representa el sujeto para su respectiva formación social se encuentra en un permanente proceso de cambio. Quisiera dar un salto histórico y brevemente exponer algo sobre las características del fundamento ideológico-gubernamental que ha determinado la relación entre arte y sujeto (subjetividad) durante los primeros siglos de la colonia, para luego en mis siguientes contribuciones (partes 3 y 4) volver a dar el salto hacia el presente.

Dentro de la compleja maquinaria que representa el colonialismo, el arte juega el papel de ser la tuerquita menos sospechosa, y al mismo tiempo la menos prescindible. El arte forma parte de lo que -haciendo referencia al filósofo francés Louis Althusser- podemos entender como aparato ideológico. El arte, se podría decir, es parte del aparato que sostiene la reproducción ideológica de la hegemonía colonial. Visto desde la perspectiva boliviana, el desarrollo del arte occidental en Sudamérica coincide perfectamente con la historia de cambios en la función del arte occidental en Sudamérica. Esta se revela en primer lugar durante la conquista, con la evangelización y sujetivización del individuo americano a través de la pintura sacra. Y como veremos a continuación, la interpelación no sólo del sujeto indígena es parte de un plano gubernamental mucho más extenso:

En el año 1545, el mismo año que los españoles descubren las vetas de plata del Cerro Rico de Potosí, se inaugura el Concilio de Trento en Europa. Este Concilio se encuentra bajo signo de la Contrarreforma y establece un rígido canon de íconos y producción de imágenes, que determina la función del arte como arma ideológica en contra de la creciente influencia de los movimientos reformistas bajo Martín Lutero. A continuación, a nivel global se genera una producción de imágenes de carácter proto-industrial que da inicio a una extensa circulación de imágenes entre Europa y las colonias -- y que además viene intrínsecamente conectada a la circulación de esclavos, metales preciosos y mercancías entre los continentes. Así es establecido un sistema económico global que servirá de fundamento para lo que hoy en día llamamos "Modernidad".

Durante las décadas del 1570 y 1580 Felipe II de España (hijo y sucesor de Carlos V) gestiona distintas leyes que tendrán un impacto fundamental sobre la producción económica y reproducción social no sólo en Europa, pero también en el Virreinato del Perú y los demás Virreinatos bajo corona Española. Estas leyes marcan ante todo un giro en la estrategia del gobierno colonial:
En 1571 Felipe II monopoliza la producción de emblemas grabados e impresos para exportación a las colonias desde Manila a México, Lima y Buenos Aires, y cede el derecho único sobre su producción al Taller de Cristóbal Plantín en Amberes, en ese momento terreno español en los Países Bajos. En 1573 el virrey Toledo impone la mita en el Virreinato del Perú, ley de tributo de trabajo forzado, a la corona Española que finalmente capitaliza la fuerza de trabajo indígena para los mercados internos e incluso para las emergentes especulaciones de valor económico y sistema de crédito en Europa. Si bien la gran mayoría de los mitayos eran trabajadores mineros, el historiador Roberto Choque comprueba que una pequeña parte del trabajo mitayo también era dedicado a la construcción de templos y producción de artesanía sacra. Bajo Toledo, con la mita, al mismo tiempo se instaura la Inquisición en los Andes y se reglamenta la producción y el mercado de la coca imponiendo impuestos y vendiendo licencias. Poco después Felipe II crea el fundamento legal para la monopolización del sector de salud pública en Madrid imponiendo nuevamente impuestos y reglamentaciones, y centralizando toda atención de salud en el Hospital General.

Podemos constatar que el plano gubernamental de Felipe II se caracterizó por la reglamentación, capitalización y monopolización de grandes partes del sector de reproducción social e ideológica:la reglamentación de asentamientos y la ordenada migración de trabajo, la misma monopolización de la fuerza de trabajo en las colonias a través de la mita; el control sobre la producción de emblemas e imágenes para exportación a las colonias, y por último la salud pública. Parece una extraña coincidencia que el futuro edificio del Hospital General construido en el siglo XVIII, el Edificio Sabatini, en la actualidad es el prestigioso Museo Reina Sofía de Madrid. Al mismo tiempo, no es nada casual que podamos encontrar en los muros del templo de Carabuco, al borde del Lago Titicaca, el logotipo del Taller de Cristóbal Plantín de Amberes.

La curadora, historiadora de arte y restauradora María Isabel Álvarez Plata, en una entrevista concluye describiendo al desarrollo económico del Potosí colonial, como un paradigma de la función del arte en tiempos del mercantilismo, y resume:

[Creo que sobre todo el desarrollo económico] fue el que terminó definiendo lo que se produjo en el arte de la pintura. Es decir, los mineros son los que consumen ese arte, y esos mineros son los que tienen el poder político civil. Pero están directamente relacionados también con el poder de la Iglesia, de modo que al generar riqueza inevitablemente favorecen a la Iglesia porque se crea un círculo: la Iglesia es la que evangeliza a los indios y los indios son los que irán a trabajar a la mina. Éste es un círculo que es definitivamente importante: mientras un individuo genere dinero en la minería podrá contribuir a que se hagan más imágenes y se evangelicen más indios y, en consecuencia, a que esos indios vayan a trabajar otra vez a la mina adoctrinados con las creencias que se les están inculcando. Es un círculo de poder muy bien pensado.*

Quisiera concluir este capítulo, afirmando la hipótesis de que el arte visual es elemental para la imposición de un aparato ideológico en las colonias, y que en gran parte define la relación imaginaria de los sujetos coloniales con sus condiciones reales de existencia. Es decir: Desde el punto de vista histórico, es la principal función del arte de interpelarnos como sujetos.

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*Entrevista con María Isabel Álvarez Plata, 12 de enero de 2009, a cargo de Alice Creischer, Max Jorge Hinderer y Andreas Siekmann. La Paz, Bolivia. Fragmento publicado en el catálogo de la exposición "Principio Potosí" (Madrid / Berlín / La Paz 2010-2011)

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