lunes, 2 de mayo de 2011

Arte contemporáneo y reflexión - Roberto Valcárcel, THD, T.C.I.

El espectador u observador de la obra de arte.
En términos muy sencillos, el hecho artístico se efectúa, al igual que cualquier otro proceso comunicacional, cuando participan en él tres instancias: El artista, la obra y (en el caso de las artes visuales) el observador. La palabra “observador” implica que el sujeto que está frente a la obra simplemente observa, es decir “examina atentamente”, “contempla” o “mira con detenimiento”. Esta palabra no le hace justicia al arte y menos al arte contemporáneo, donde el observador deja de ser un ente pasivo para convertirse en un partícipe activo del hecho estético. Es el “observador” quien debe completar el proceso otorgando significación, dándole un sentido a la obra.

Sin titulo: Obra del artista Jaime Tereba (*Bolivia 1987) Diversos metales.

Cuando el arte es representacional y muestra las cosas con un alto grado de iconicidad, el significado primario o denotativo de la cosa viene predeterminado precisamente por su intencional parecido o similitud con la realidad. Hasta mediados del Siglo 19 el arte era eminentemente icónico, lo cual no le impedía, por supuesto, ser simbólico. Pero hay una gran diferencia entre reconocer el símbolo y “dar sentido a la cosa”. Lo primero no es creativo, es mero resultado de un aprendizaje. Reconocer un símbolo es, como diría Cortázar, “calzar en el guante”. Por otra parte, dar sentido a la cosa significa, literalmente, construir, fabricar un significado.

Las palabras “espectador” u “observador” ya no sirven para describir el rol del sujeto (del ciudadano, del público) ante la obra. Propongo la palabra ”destinatario” porque es suficientemente amplia y ambigua (no impone obligaciones al sujeto) y porque enfatiza el hecho de que la razón de ser del arte no es prioritariamente el artista ni la obra y ni siquiera el curador, el experto o el entendido. Es la persona a la cual la obra llega. Con esto me adscribo a la idea de que en las últimas décadas se ha consolidado el desplazamiento, en cuanto a importancia o jerarquía, del artista hacia el …destinatario. “La muerte del autor es al mismo tiempo el nacimiento del espectador”

Sin titulo. Obra de la artista Gabriela Villarreal (*Bolivia 1987) . Objetos / terciopelo.

Reflexión
En infinidad de textos acerca del arte contemporáneo (ensayos, monografías, antologías, textos críticos, comentarios periodísticos, catálogos, folletos, etc.) aparece la palabra “reflexión” como atributo fundamental o consecuencia ineludible (o al menos absolutamente deseable) de la obra de arte.

Según Wikipedia, el término reflexión tiene distintos significados dependiendo de la disciplina en la que se lo utilice: óptica, mecánica ondulatoria, acústica, geometría, informática, etc. En filosofía, “reflexión” se refiere al proceso de meditar. A la capacidad del ser humano, proporcionada por su racionalidad, que le permite pensar detenidamente en algo con la finalidad de sacar conclusiones. El término, aplicado a la filosofía, fue introducido por John Locke en su Ensayo sobre el Entendimiento Humano (1690). Previamente se usaban conceptos como "meditar", examinar o considerar con uno mismo. En lo que sigue, me centraré en la reflexión que la obra de arte provoca en el destinatario.

Muchas personas piensan que la finalidad de la obra es “dar mensajes”. Pienso que la obra es interesante cuando no da mensajes, ya que al hacerlo estaría nuevamente convirtiendo al destinatario en receptor de los mismos, en un sujeto pasivo en el cual, como si fuese un recipiente, se vierten los significados. Creo mas bien que la cosa se pone realmente interesante cuando la obra sugiere, provoca, insinúa, elicita nuevas comprensiones y cogniciones, pensamientos autónomos y sentimientos propios en el individuo, creados por el individuo.

Para que se de el fenómeno de la reflexión tendrían que cumplirse al menos dos condiciones: La primera: La obra tendría que poseer ciertas características que estimulen, provoquen el acto reflexivo: Polisemia, referencialidad externa, función poética, alteridad, y un marco semántico que enfoque y delimite el campo de reflexión. La segunda: El destinatario tendría que poseer la disposición, la capacidad, la sensibilidad, la inteligencia, la costumbre de reaccionar ante esos estímulos y proceder a meditar, examinar a cosa y sacar sus propias conclusiones.
Ninguna de estas dos condiciones se da automáticamente. Existe una infinidad de obras que no logran, porque no poseen la masa crítica, elicitar o generar un momento reflexivo, aún en las personas más dispuestas y experimentadas. Y es innegable el hecho de que, especialmente en sociedades absolutistas , verticalistas, tradicionalmente rígidas y autoritarias (tanto de derecha como de izquierda), las personas no saben cómo, no pueden, no logran reflexionar a no ser que se les presente, ya digerido, ya predeterminado por el artista, el resultado de la reflexión. No olvidemos que tanto el presidente Nixon (capitalista total) como también el presidente Mao Tse-Tung (comunista total) odiaban el arte moderno. ¿Por qué será?

El artista Zhang Huan (*China 1965)

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